Diario - 02/05/2013

Europa: ¿achicarse fiscalmente o agrandarse monetariamente?

Europa está peor que cuando comenzó su propia crisis por mediados del 2010 con la curva soberana de Grecia estallando. Han transcurrido tres años y no ha habido una sola respuesta contundente de una Unión Europea que cada día más da la sensación que no tiene la voluntad de resolver su drama. Preocupa a esta altura de la crisis que el énfasis sea casi exclusivamente en lo fiscal, no porque lo fiscal no sirva sino porque este enfoque necesita de un contundente amortiguador monetario.

Es cierto que Europa debe achicarse, pero también es cierto que por la incomprensible política monetaria implementada por el BCE, Europa está nuevamente en recesión. Europa incomprensiblemente subía tasas en medio de su peor crisis y ante una desaceleración del crecimiento global sin reaccionar a una clara guerra de monedas planteada desde el 2008 por Estados Unidos. Mientras Bernanke le anunciaba al mundo tasas en cero, Trichet subía su tasa de referencia a 1,50%.

A Europa le sigue preocupando la inflación local cuando lo que sube no son los precios sino el desempleo con países como España y Grecia batiendo récords al 27%. Europa parecería preocupada por condiciones de “cuarto orden” sin atender las urgencias inminentes que padece (¿desempleo vs. inflación?).

Si el énfasis es en lo fiscal, probablemente veamos a una Europa agravando su propia recesión y aumentando aún más sus altísimos niveles de desempleo. La receta fiscal puede terminar agravando el problema en vez de solucionarlo: si su PBI se achica, la carga per cápita de su deuda se agranda y este bien puede ser el resultado final de aplicar una receta tan conocida y fracasada ya en países emergentes: achicarse fiscalmente en medio de una crisis no funcionó nunca.

No estamos en tiempos de ortodoxia en el sentido estricto de la palabra con la mismísima Fed de Bernanke reescribiendo la forma de ser activo a nivel monetario. Se debió haber sido ortodoxo cuando se permitió que países como Grecia se uniesen a la Zona Euro, cuando se toleró que países miembros incurriesen en déficits intolerables para la estabilidad de la Unión. Europa transita urgencias inminentes donde la herramienta monetaria ciertamente sería un gran aliado.

El sendero fiscal que está eligiendo Europa se acerca a un reconocimiento casi inmediato de su problema y eso es precisamente lo que no debería hacer, no porque no deba sino porque no podrá implementarlo socialmente tal como los datos de desempleo vienen indicando desde hace meses. Europa necesita tomarse los próximos quince años para digerir su drama y para ello la licuación monetaria es la alternativa que le daría las chances de implementarla en forma socialmente tolerable más aun cuando Japón Inglaterra y Estados Unidos lo están haciendo.

¿Es razonable suponer que las ciudadanías de países como Grecia, Italia, Portugal y España apoyarán los paquetes de achique fiscal para un continente que hace décadas vive en una subrealidad de beneficios sociales por encima de sus posibilidades de generación de riqueza?

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