Diario - 28/02/2022

Rusia, petróleo, recesión y Narnia: eventos correlacionados con consecuencias impensadas

Rusia vs Ucrania, la “macro”: A nivel macroeconómico la principal consecuencia sería el de exacerbar un contexto de enfriamiento global hacia la estanflación. Qué tan grave sea dependerá de cuánto Estados Unidos y Europa puedan contener la suba del petróleo. Aun cuando esta suba sea inflacionaria no hay nada que se pueda pelear desde la política monetaria (shock de oferta bélico). Es posible que el ECB y a la Fed se tornen cada vez más dovish (laxos) en el transcurso del 2022. El mercado de bonos en USA sigue en Narnia.

Histórico reversal el jueves pasado. Desde hace días el mercado está obsesionadamente operando un exclusivo frente “tick by tick” de acuerdo con las múltiples noticias que fluyen en el conflicto Rusia/Ucrania. No hay tendencia, es todo volatilidad para un mercado que no sabe qué está operando: mucho trading intradiario que vende o compra de acuerdo con los headlines (titulares) varias veces al día. Mientras esta historia siga vigente, lo monetario quedó relegado a segundo plano y la demanda por “safe haven” (refugio) para bonos soberanos norteamericanos contaminó la lectura de la curva de tasas de interés. Siempre existe la probabilidad de que el evento Rusia/Ucrania se transforme en un cisne negro global, si ese fuese el caso los mercados podrían bajar 15% en una mañana. Claramente Wall Street solo descuenta por el momento una preocupación razonable lo cual podrá mutar o no a otro monstruo de acuerdo con los eventos que iremos observando en los próximos días. Y bajo este escenario de “preocupación razonable” quizá el mismo haya ya dejado algunas cicatrices de enfriamiento económico global que pudieran afectar todo lo restrictivo que el mercado espera de la Fed. Bajo este escenario no nos sorprendería imaginar que a lo largo de las próximas semanas comiencen a bajar las expectativas de hikes (suba de tasa de referencia) y el nivel en la tasa de 30 años. Insistimos de todas formas que el análisis actual de la curva de yields queda muy limitado dado que las mismas están totalmente contaminadas por aversión al riesgo

En esta coyuntura de altísima locura, desde el primer día del 2022 los principales bancos de Estados Unidos no pararon de bombardear la cabeza con permanentes pronósticos apocalípticos sobre la “crisis inflacionaria” que padecía Estados Unidos y de repente todo podría cambiar. Nadie tiene la menor idea en cuanto podría llegar a escalar el conflicto entre Rusia y Ucrania, pero si este conflicto alcanza una envergadura que lo convierte en un shock relativamente permanente para el 2022 es muy probable que la principal víctima sea el crecimiento global para un mundo en donde el crecimiento no abunda, un mundo que se viene recuperando como puede de las enormes secuelas que dejó la pandemia del COVID y en ese sentido queda muy frágil para cualquier tropiezo que ocurra en el camino. En este sentido un conflicto podría fácilmente poner muy de punta a un petróleo que ya viene castigando a la economía global desde inicios de 2022 con consecuencias inflacionarias y des-aceleratorias en el nivel de actividad global.

En forma muy simple, recordemos que un aumento en el precio del petróleo opera como un impuesto global por la sencilla razón que todo el mundo de alguna manera lo utiliza como insumo directo o indirecto por lo que una suba abrupta de alguna forma reduce el ingreso disponible de todos y esto a su vez lastimaría al consumo global. Si bien el efecto del conflicto es mucho más complejo, una forma de comenzar a imaginar lo que podría ocurrirle a la economía global es pensar que una suba en el precio del petróleo generaría una significativa retracción económica en casi todo el planeta además de exacerbar un shock inflacionario que operó con exclusiva y exageradísima obsesión desde el comienzo del 2022. Si este shock inflacionario de oferta se diese, no hay nada que un banco central pueda hacer con política monetaria más que cruzar los dedos y esperar que se resuelva rápidamente.

Por lo tanto, una guerra con un potencial shock recesivo a nivel global seguramente podría llegar a cambiar la retórica de una Reserva Federal que hasta ahora se animó a sonar bastante más hawkish (restrictiva) a lo que muchos esperaban. Sin embargo, las decisiones de política monetaria de la Fed para el 2022 no serán independientes de los alcances de este conflicto en la medida que el mismo alcance un tamaño tal que pudiese enfriar a la economía global e inflacionaria aún más.

Siempre me pareció muy exagerado la cantidad de subas de tasas de referencia que el mercado esperaba para el 2022. El máximo de estas subas medidas en los futuros de FED FUNDS que expiran en diciembre 2022 llegó a estar casi en ocho para 2022 aunque actualmente dicha cifra ha bajado notoriamente y me sensación es que seguirá haciéndolo dado que el mercado de bonos aun sin el conflicto bélico ya venía horizontalizando la curva de tasas en anticipación a una desaceleración fuerte en la economía norteamericana. Ahora, ese combo de desaceleración se retroalimentaría significativamente con una potencial y muy severa suba en el precio del petróleo condicionando probablemente y dibujando otra vez todo el plan monetario de la Fed para 2022.

No hay nada peor que un mercado “headline driven” (marcado por noticias permanentes) tal como seguramente deberemos tolerar hasta que al menos se sepa el tamaño y alcance de un conflicto del que todos hablan, pero del que muy pocos entienden. Volatilidad extrema quizá sea la característica del final del primer trimestre que nos espera, un trimestre muy cruel. La guerra, la inflación en Estados Unidos y el accionar de la Fed son todos, eventos extremadamente correlacionados y por el momento, con definiciones absolutamente impensadas.

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