Academicas - 21/06/2022

El escenario soñado de los bears: ¿hacia una recesión inflacionaria?

El año 2022 comenzó con una historia dominante: inflación en Estado Unidos. En especial después del último número de inflación el mercado literalmente se pegó un viaje hacia el abismo de los bears (pesimistas). Este evento generó en la Reserva Federal la obligación de articular una política monetaria mucho más restrictiva a lo que se venía ejecutando desde el año 2008 en especial con los 75 basis de suba en tasa de referencia articulados en el último FOMC de junio 15 2022. Lo cierto es que la Fed insinuó muchas cosas, todavía ejecutó muy pocas, pero el mercado se adelantó a la movida y recargó los dos extremos de la curva de tasas de interés lo cual ya ha ejercido una enorme presión restrictiva en la economía real y es precisamente esta presión la que nos irá describiendo los efectos macroeconómicos futuros de caras al cierre del 2022 e inicios del 2023. Adicionalmente, el efecto riqueza negativo propinado por la corrección en el mercado global de acciones ha sido históricamente brutal y tendrá formidables consecuencias nefastas en la dinámica de la economía real, efectos que todavía no vimos pero que seguramente veremos en breve. Empecemos entonces a delinear los distintos efectos y sus consecuencias potenciales.

Primero, desinflación. Al ritmo que la Fed viene rompiéndolo todo, en algún momento del 2022 probablemente la inflación de Estados Unidos hará máximos y a partir de dicho evento se comenzará a exhibir una significativa desaceleración con un costo perversamente obvio: altísimas chances de recesión global. Este proceso inflacionario a su vez viene siendo dominado por dos dimensiones en simultáneo. Los “shocks de oferta” causados por el COVID y la guerra, no parecerían querer aflojar por lo tanto, la dinámica de precios debería convivir en estado de permanente presión. El “shock de demanda” consecuencia de las múltiples restricciones que viene propinando la Fed está generando una significativa retracción y con ello una tendencia desaceleratoria en precios que probablemente se sienta en algún punto del 2022. Por lo tanto, este combo de “shock de oferta” y “shock de demanda” operando en simultáneo y con efectos opuestos, ha generado un proceso inflacionario extraordinariamente difícil de frenar al punto que obliga a la Fed a eventualmente romperlo todo para lograr estabilidad de precios. Las expectativas de inflación medidas por los breakevens están a niveles muy similares de inicios de año luego de haber hecho notables máximos desde el inicio de la guerra. Este comportamiento si bien es positivo en el sentido que desinfla expectativas también nos dice lo cruel que deberá ser el procesa desaceleratorio de la economía real para frenar la inflación actual: las expectativas de inflación bajan en anticipación a una Fed que vino a romperlo todo.

Segundo, desaceleración de la economía real. Para desinflacionar la Fed tiene que enfriar, es así de sencillo, va a ser muy cruel y decidió hacerlo con un misil. De hecho, el efecto riqueza negativo ya asciende a unos USD 20 Trillions o sea, el valor entero de un PBI norteamericano. Esta estrategia la viene siguiendo desde noviembre 2021 cuando cambió su caracterización de la inflación. Recordemos que hasta entonces la Fed consideraba a la inflación como “transitoria” y desde dicho momento cambió su retórica hacia una enérgica embestida contra el incremento de precios. Desde noviembre 2021 las tasas cortas y largas han subido significativamente y además la Fed propinó la más cruel de las restricciones: un brutal ajuste en el mercado de activos financieros que abarca desde las criptos, tecnológicas high beta, tecnológicas de calidad, bancos y toda la secuencia de papeles hasta incluso las acciones cíclicas más defensivas. Este efecto riqueza negativo para una sociedad como la norteamericana que ahorra mucho en acciones frenará muy fuertemente al consumo y a la inversión.

Tercero, ¿desaceleración o recesión? Desinflacionar cuesta en términos de actividad económica, la pregunta es cuánta disminución en actividad deberá ser necesaria para llevar a la inflación a la zona de confort de la Reserva Federal en torno al 2.5%. El mejor escenario posible para el mercado de acciones sería “desinflación significativa con desaceleración económica moderada” pero también puede darse exactamente el escenario contrario “desinflación lenta con ruptura acelerada de la economía real”. Si se diese el primer escenario, el équity norteamericano mostraría una elocuente recuperación. Incluso, el mercado podría permitirse operar este escenario para darse cuenta más tarde que el mismo mutaría a uno más cruel, “desinflación con recesión”. Si este fuese el caso, esta realidad le daría al bear market una razón más para ir a buscar otro 20% de baja. Por lo tanto, de caras al segundo semestre del 2022 es probable que haya un “20%” en juego. Si se diese el escenario de “desinflación significativa con desaceleración económica moderada” el Nasdaq podría recuperar algo. Por el contrario, si Wall Street llegase a la conclusión de un escenario caracterizado por “desinflación lenta con recesión” el Nasdaq podría terminar el año mucho más abajo de donde hoy está.

Es evidente entonces que a la luz de la locura y verticalidad que observamos en este 2022 esquizofrénico la bipolaridad podría resultar en dos escenarios potenciales con extremos notables de performance. Queda claro entonces que cuanto antes se resuelva el problema inflacionario, menos agresiva debería ser la Fed y por lo tanto, las chances de recesión deberían ser menores pero los datos que se vienen observando lamentablemente apuntan a una inflación tremendamente resiliente y una Fed entonces obligada por mucho tiempo a romperlo absolutamente todo con el riesgo de causar una crisis financiera global mucho peor de la observada en 2007/2008.

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