Academicas - 02/10/2023

Una elección con sabor a híper: ¿hacia una épica licuación de salarios?

La economía argentina lleva veinte largos años debiendo ajustar, pero permanentemente lo evitamos. El argentino tiene un talento especial para oponerse a correcciones oportunas y eficientes y al mismo tiempo, tolerar crisis dramáticas que suelen pegarnos una vez por década sin piedad y sin pausa. Pareciera que la economía argentina se acerca nuevamente a uno de esos momentos críticos de total sinceramiento tal como lo vivimos en 1989 y 2001. En este entorno, nuestro principal drama se llama “leliqs” o sea, los pasivos remunerados del BCRA que devengan un interés mensual que se nos viene acelerando en este último tiempo. Para dimensionar el drama, es importante tener en cuenta que los intereses de las leliqs tornan a esta situación en algo insostenible para el próximo presidente representando en la actualidad un déficit cuasifiscal cercano a 8% del PBI. Es probable que entre octubre 2023 y marzo 2024 la economía argentina sincere veinte años de un modelo que solo genera a esta altura, costos de mantenimiento para una nación que entre otras cosas sufre una inflación acumulada cercana a 110% anual y acelerándose. Dicho momento de sinceramiento nos puede llegar a doler como nunca antes.

¿Qué ocurriría si dejásemos que una híper lo licúe todo en una mañana? Escucho preocupadamente a mucho jovencito inexperto diciendo: “hagamos híper y listo, rompamos todo”. Eso lo dicen porque no vivieron la crisis de 1989 y la de 2001. Me permito sugerir que sean sumamente respetuosos de lo que un cataclismo de semejante magnitud podría ocasionarle a sus compatriotas, incluidos ellos mismos. Al dolarizar con pocos dólares, el tipo de cambio de conversión volaría por los aires y tendríamos una épica licuación de precios en dólares de toda la economía, con salarios incluidos. Desde ahí abajo, muy abajo, la economía volvería a recuperarse cuando ingresen dólares por exportación, pero llevaría años lograr dicha recuperación y en el proceso los precios en dólares subirían. Entonces, eliminaríamos la inflación en pesos instantáneamente pero por varios años la reemplazaríamos por inflación en dólares persistente y alta. La inflación en dólares podría durar largo tiempo hasta que finalmente el modelo converja con recuperación de todos los precios de la economía en dólares, si es que sobrevivimos al experimento.

Sinceramiento bíblico: existen dos opciones de caras al 2024. Primero, todo de golpe con una híper, causando entre otras cosas una formidable licuación de todos los precios en dólares de la economía. Segundo, nos tomamos cinco años para desarmarlo gradualmente y mientras tanto el presidente a cargo será una máquina de generar malas noticias y pérdida de votos. De esta forma, se plantean dos escenarios para el próximo presidente.

Escenario 1: “Romperlo todo” generaría una híper y licuación en dólares nunca vista en Argentina. Escenario difícil.

Escenario 2: “No romperlo” todo nos obligaría a convivir con muchísimos dramas que no se solucionarán por largos años. Escenario también difícil.

Moraleja: desarmar nuestros últimos veinte años dolerá muchísimo no importa lo que hagamos.

Un oscuro debate sobre las leliqs: me da la sensación de que todos los políticos esconden alguna carta en este frente porque se viene una cirugía obligada que sólo podría restar votos en esta contienda electoral, de ahí el silencio, de ahí las confusiones, de ahí las contradicciones, de ahí la falta de precisiones claras. Matar las leliqs con pocos dólares generaría un evento altamente licuatorio y confiscatorio, y pocos argentinos lo saben. Las condiciones iniciales de las que hoy dispone la Argentina la obligarían a dolarizar con pocos dólares si es que decidiéramos hacerlo en el verano del 2024 y no queda claro todavía si dicho evento lo hará el mercado, o la hará el próximo presidente o se terminará no haciéndose. Esta es la Argentina de hoy, una de incertidumbre infinita. Bajo este escenario, eliminar leliqs de golpe implicaría un evento hiperinflacionario y altamente confiscatorio. Es útil que los argentinos sepan toda la historia de una dolarización eventual que seduce en apariencia pero que a la vez obligaría al reconocimiento instantáneo de veinte años de errores.

Situación Inicial: Argentina enfrenta el fin de ciclo de un modelo económico utilizado durante dos largas décadas. Las condiciones iniciales del próximo presidente serán las de un país devastado en todas sus dimensiones relevantes. Y Wall Street en este contexto se pregunta: ¿dónde están los dólares para pagar a los bonos hard dólar frente al rumor dolarizador? Por un lado se escucha: no vamos a dolarizar inmediatamente. Por otro lado se escucha: tenemos que terminar inmediatamente con el problema de las leliqs. ¿Y entonces, en qué quedamos? Wall Street nos mira desde NY y al confundirse sigue castigando activos argentinos que han mostrado desde las PASO una clara underperformance respecto a Brasil por ejemplo. Con pocos dólares hoy y mañana, pareciera que queremos hacer un montón de cosas, pero Wall Street nos contesta: no se puede, en economía las restricciones importan. Dolarizar entre otras cosas, implicaría utilizar los pocos dólares que tenemos y tendremos, para matar los pasivos en pesos. Pero con esos pocos dólares habría que afrontar también a la deuda externa hard dólar. Wall Street percibe que este intento dolarizador daría cierta prioridad a los pasivos en pesos perjudicando a los pasivos en dólares y por eso nos shortean. Esto es lo está haciendo Wall Street desde las PASO. Una dolarización que “matase” a nuestros pasivos en pesos drenaría a los bonos hard dólar de la chance de disponer de los pocos dólares inmediatos y mediatos de la Argentina, aumentando el riesgo país tal como venimos observando desde las PASO.

Dolarizar con pocos dólares implicaría para la sociedad argentina reconocer en carne propia y sincerar en una mañana veinte años de historia. Muy pocos argentinos son conscientes de estos efectos. Dolarización con pocos dólares si es que se decide ir por esta estrategia, va a doler como nunca antes. Que Dios, Satanás o ambos, se apiaden de la Argentina.

Dejá tu comentario

(*) los campos son requeridos