Academicas - 04/12/2023

¿Castillos en el aire?: sólo un shock de locura podría cambiar a esta Argentina

Siento por momentos que en Argentina, nos pasamos cien años intentando cambiar las cosas y nunca lo conseguimos. Quizá el ingrediente “mágico que faltaba” era una cuota de locura, era creer que es posible construir castillos en el aire.

Durante muchos meses coqueteamos con el concepto del “vamos a romperlo todo”. Uno de los escenarios que se articulaba era la posibilidad de una hiperinflación autogenerada que licuase a todo el país con 47 millones de argentinos adentro. Cuando una nación entra en un escenario así nadie tiene la menor idea de cómo termina la historia: siempre que en economía se juega con la inestabilidad los resultados son impredecibles. Por lo tanto, jugar con semejante explosividad puede ser un severo error de concepción. Desde las primarias de octubre parece que la retórica cambió sustancialmente hacia un mensaje mucho más moderado y pareciera que la estrategia es enviar señales de confianza, de mesura, de razonabilidad, y la principal industria en reaccionar frente a ese mensaje es la de los bancos que no solamente son el riñón de un sistema económico, sino que además son una máquina de generar pesos. Si en el “vamos a romperlo todo”, se rompen los pesos, se rompen los bancos, y se rompe el capital de trabajo PyME que funciona como contrapartida de los pasivos remunerados del BCRA, podríamos generar muchos más problemas que soluciones. El mensaje de los últimos días va en contra de un escenario caótico y esta situación ha sido muy bien recibida por Wall Street, si bien todavía, ningún escenario es descartable en la Argentina vertical que se nos viene para el verano.

Pareciera que la retórica está mutando desde el “vamos a romperlo todo” hacia a una estrategia más madura basada en el concepto de “intentaremos reformarlo todo”. Estos dos escenarios tienen consecuencias totalmente distintas porque el primero se caracteriza por una incertidumbre que por momentos puede llegar a ser infinita mientras que el segundo, si bien implica un sendero que va a tener que resolver un campo minado lleno de dramas, plantea a la relativa certeza como una situación a contemplar. Es muy difícil que a esta Argentina tan llena de incertidumbre le presten dólares frescos desde New York. Si tuviésemos dólares se podría intentar una dolarización con la enorme ventaja de que ese proceso frenaría drásticamente la inercia inflacionaria. O sea, la dolarización probablemente sea la forma más rápida de frenar a la inflación. El problema es que no tenemos dólares para doblegar esa inercia inflacionaria y hace años que estamos imaginando cosas que no tenemos y ahora llega el momento de articular una política fiscal y monetaria basada en la realidad y no en la utopía caótica.

Es altamente probable que nos tengamos que acostumbrar a una economía con cepo por lo menos en la fase inicial y que se intente empalmar al mercado de pesos por un par de meses y que a su andar se intente enviar una señal de desinflación que empiece a aflojar las tasas en pesos de toda una economía. Por lo que se puede escuchar, del mensaje “vamos a romperlo todo” estaríamos mutando al “vamos a empalmarlo todo” lo cual se acerca más a una estrategia bilardista y en este caso, bastante razonable y respetuosa de las restricciones. En los próximos tres meses que se nos vienen, fácilmente podremos sufrir una inflación de 60% cuando tengamos unificación cambiaria, acomodamiento de precios relativos, y ajuste de tarifas. Si esto se combina con una reducción del gasto público también sufriremos el impacto recesivo del achicamiento fiscal llevándonos a un escenario potencialmente “estanflacionario”, una de las peores cosas que puede ocurrirle a una economía peor también es cierto que dicho escenario no es nuevo para los argentinos. Hace años ya que estamos viviendo en una coyuntura de estanflación crónica.

¿Cómo? Wall Street es una máquina de comprar historietas y así como te las compra, también te las vende. En este sentido, actualmente Wall Street está en la fase “enamorémonos de Argentina y te está comprando lo que se debe hacer”. Pero muy en breve, el mercado puede enfrentar una fuerte toma de ganancias cuando Wall Street mute de lo que “se debe hacer” a “cómo efectivamente se va a implementar lo que se quiera hacer”. Y ahí vamos a caer en la principal restricción que tendrá el próximo gobierno: minoría parlamentaria. Aún en el mejor de los casos, Argentina no va a subir en línea recta y el tránsito de este bull market será vertiginosamente vertical. El qué hacer es bastante claro: 1) achicar el gasto público, 2) equilibrar el presupuesto para dejar de emitir pesos, 3) apertura de la economía, 4) desregulación del modelo productivo. El “cómo hacerlo” es lo que va a inundar de incertidumbre a los próximos dos años que enfrenta la Argentina. El desafío que el presidente electo tiene por delante me animo a compararlo en importancia con el cruce de Los Andes del mismísimo San Martín. Y quizá, saltar una montaña de errores que se viene acumulando desde hace un largo siglo sea incluso más épico y difícil que haber cruzado Los Andes en mula.

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