Academicas - 11/12/2023

Dos ajustes inminentes: ¿recorte fiscal y alguna clase de licuación monetaria?

Dado que los libertarios ganaron la elección con el voto de mucha gente que en principio no los había elegido, resulta razonable hacernos estas tres preguntas de caras a la asunción del próximo presidente: 1) ¿qué tan peronista será este nuevo liberalismo?, 2) ¿qué tan macrista será este nuevo liberalismo?, 3) ¿qué tan radical será este nuevo liberalismo? Y de acuerdo con cómo se vayan respondiendo estas preguntas, Wall Street irá premiando o castigando a la Argentina a través de sus bonos y acciones.

Una de las tantas cuestiones que va a tener que resolver la Argentina es volver a interactuar normalmente con el mundo y el puente hacia ese mundo son los mercados financieros internacionales dominados enteramente por Wall Street. Hasta ahora desde Nueva York, se celebró la victoria libertaria desde su esencia filosófica: el liberalismo siempre es buena noticia para Wall Street y lo que se escucha referido a austeridad fiscal, ortodoxia monetaria, y apertura de la economía, suele seducir a los oídos de los mercados internacionales. Pero también es cierto que desde el 10 de diciembre la “historia filosófica de liberalismo” se va a tener que transformar en una “historia fáctica de liberalismo”, en donde el próximo gobierno deberá demostrarle a Wall Street que efectivamente puede implementar la reforma fiscal de la cual dependerá el éxito o fracaso de toda la gestión. Wall Street estará muy presente priceando cada detalle, cada avance en reducir el déficit fiscal será celebrado, cada derrota será castigada, y habrá seguramente muchas victorias y habrá muchas derrotas en esta coyuntura inmediata que promete ser muy vertical.

Adivinando el primer mes del próximo gobierno: 1) fuerte ajuste fiscal en todo frente posible, 2) alguna clase de licuación monetaria para limpiar los pasivos remunerados del Banco Central. Recordemos que los intereses que devengan esos pasivos representan 8 puntos de PBI en términos de déficit fiscal. Si no se eliminan súbitamente dichos pasivos, no pareciera existir forma de resolver razonablemente el problema de la inflación en Argentina. Si no se soluciona el drama de los pasivos remunerados es imposible corregir el déficit fiscal en la Argentina y sin ello, es imposible resolver el drama de la inflación.

Deuda en pesos del Tesoro. Los pasivos remunerados del BCRA son de duration muy corta, mientras que la deuda en pesos tendría una duration más alta. De menos de un mes se extendería a dos años aproximadamente, y de alguna manera sacaría ese estrés permanente de liquidez que tenemos hoy en día. Probablemente, la tasa en pesos que el mercado exija a estos bonos del Tesoro que serían bastante más largos en relación con los pasivos del Banco Central, sería relativamente más baja que las tasas en pesos que actualmente están pagando dichos pasivos. Pero también es cierto que como los bonos en pesos del tesoro son más largos habría que pagar una tasa relativamente menor, pero por mucho más tiempo. Por lo tanto, si este es el enfoque, suena parecido a la utopía de “dolarizar sin dólares”. De alguna manera a una tasa corta en pesos se la transformaría en otra tasa más larga en pesos y el problema original solamente mutaría de los pasivos del Central a los pasivos del Tesoro entendiendo que la oferta actual de bonos del Tesoro no alcanza. Se debería emitir una sustancial cantidad de nuevos bonos del Tesoro lo cual implicaría nuevas deudas del fisco argentino. Se esta fuese la estrategia, pareciera esconder un fantasma debajo de la alfombra.

No habrá dólares frescos. Cuando meses atrás la “dolarización sin dólares” todavía tenía alguna clase de apoyo intelectual, revoloteaba la noción de que por algún acto de magia aparecerían los 35.000 millones de dólares que permitirían liquidar a las LELIQS, a los pases y a todos sus primos hermanos en manos del BCRA. Lo cierto es que esos 35.000 millones no van a aparecer porque ningún inversor extranjero va a poner un solo dólar en un país del cual todavía no sabemos qué tan estable es la elección que se acaba de votar y del presidente que se acaba de elegir. Si no existen dólares frescos, la única forma de reducir a los pasivos del Banco Central es licuando de alguna manera a sus tenedores. Ojalá no ocurra, pero me cuesta imaginar la forma en la que el problema de los pasivos del BCRA pueda resolverse sin licuaciones. Detrás de los pasivos remunerados del Banco Central están los bancos, detrás de los bancos están los clientes, y detrás de los clientes está todo el capital de trabajo de una nación. De esta forma, las dos preguntas con las que arranca el próximo presidente son: ¿qué tan grande podrá ser la corrección fiscal? y ¿qué tan grande tendrá que ser la licuación eventual de los pasivos remunerados del Banco Central? Dada la complejidad de lo que se hereda, las correcciones tendrán que ser: 1) multidimensionales, 2) simultáneas, 3) y a velocidad de la luz. ¡Suerte presidente!

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