Academicas - 05/02/2024

Seamos austeros, lo demás se arregla

El único drama de la Argentina es el gasto público, todos nuestros dilemas nacen precisamente en este concepto que nos viene quebrando desde hace un siglo. La verdadera grieta de los argentinos está en aquéllos que viven del Estado y los otros que lo mantienen, todo lo demás es verso. Por un lado quedan los pocos argentinos que todavía viven del sector privado representando una clase social en plena extinción y absorben la presión de un Estado infinito y demoledor. Del otro lado, existe una significativa mayoría de argentinos que viven del aparato estatal. Mucho se habla de la grieta de los argentinos como una especie de composición ideológica pero pocos enfatizan en la grieta como un concepto de naturaleza fiscal: a la derecha queda una mayoría declinante de ciudadanos que mantiene a un Estado glotón y a la izquierda se acumula una creciente cantidad de argentinos pobres que maman de un Estado literalmente quebrado. Cuando la cantidad de argentinos que viven del sector privado sea cero, pues bien, habremos convergido a Cuba, ese país del Estado enorme.

Durante la mayor parte del último siglo, Argentina vivió con déficit fiscal y al mismo tiempo marcamos récords mundiales en materia de inflación y comenzamos a no poder generar algo indispensable para una nación: riqueza suficiente para sus habitantes. De esta forma el gran Estado argentino se convirtió en un ente que nos viene quebrando infaliblemente desde hace décadas en sus distintas formas: default, corralito, hiperinflación y aun así pareciera que en el ideario del político medio argentino, el problema siempre yace en otra dimensión a los efectos de esquivar lo que es un crónico exceso de gasto público. En esta Argentina agobiada, un gasto sin control ha tomado dos dimensiones de enorme magnitud. Primero, un gasto “fiscal” demasiado grande para ser financiado por nuestra economía. Segundo, un gasto “cuasifiscal” ocasionado por los intereses que devengan los pasivos del BCRA que ha alcanzado dimensiones notables. El ineludible desafío del actual gobierno libertario será el de seducir a una sociedad partida en dos y a ambos extremos de una ecuación fiscal que sigue extinguiendo a un sector privado que resulta en el único pulmón de un país que se viene olvidando de producir a los niveles que hoy en día necesita la Argentina.

Argentina tiene una muy larga lista de problemas y dramas pero el exceso de gasto público a nivel nacional es por lejos el más cruento de todos. Somos una nación que crónicamente gasta más de lo que genera y al hacerlo distorsiona al resto de toda la economía siendo la pobreza probablemente, la principal de sus víctimas. Tenemos un Estado tan grande que irónicamente se olvidó de concretar las cosas que realiza un Estado chico: “educación, salud y seguridad”, por citar tres bastiones claves de un Estado organizado. Probablemente, esta Argentina tiene una secuencia de tres dramas cuya resolución no puede efectivizarse de manera simultánea sino en forma secuencial. Drama 1: rojo fiscal. Drama 2: desequilibrio monetario. Drama 3: unificación del mercado de cambios y podría seguir con otros dramas pero con estos tres debiera quedar claro la noción de un país que hace tiempo ya viene viviendo muy por encima de sus capacidades básicas. Si no se resuelve el primer problema, “rojo fiscal”, todo lo demás queda indeterminado.

La Argentina de siempre estuvo caracterizada por una nación que nunca comprendió que en economía no se puede vivir por encima de las restricciones por demasiado tiempo. La principal restricción que la Argentina no respeta de manera sistemática es la que se refiere a no poder gastar más de lo que se genera y en este afán de ignorar dicha restricción una y otra vez desde hace casi un siglo, nuestro país intenta tapar el sol con la mano al alimentar a un Estado voraz que en su afán de gastar sin límites se lleva puesta a toda la economía. Pero aun con lo evidente de este drama, pareciera que una gigantesca parte de la clase política argentina sigue sin comprender. El crowding out (desplazamiento) del sector público argentino hacia el sector privado es la principal razón por la que Argentina muestra una crónica carencia en su capacidad de crecer en el sentido que este Estado es tan enorme que asfixia cualquier intento del sector privado hacia el crecimiento generando una creciente dinámica de empobrecimiento.

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